no quiero llenar el vacío del miedo.
quiero recuperar el sonido abstracto de eso que nunca se nombra, de lo futuro, lo ausente, lo efímero.
el instante preciso donde lo absurdo es la constancia del amor, ese que no se pierde, que se transforma en melancolía, en herida incierta.
un tiempo. un paso. un pasa-tiempo de rincones maleables.
me refugio en la duda, asilo mortal de la indecisión.
en la cueva del naufragio donde los recuerdos se empapan de misterios frondosos, un grupo de nómades me rescata de las tinieblas.
soy pez, paz, un sinfín de notas multicolores de alcánfor y miel.
sobredosis de menta, mientras en la calle esbozo una sonrisa por ese recuerdo de complicidad teatral, que solo dos saben que existe y por eso es majestuosamente insuperable.
el vacío es la posibilidad de todo. la belleza en potencia, el contacto con el aire, con la inspiración del instinto perdido.
recuperar el miedo como búsqueda, como percepción periférica, como atención difusa.
vivir en la incertidumbre para encontrar nada más que preguntas.
miércoles, julio 02, 2008
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