jueves, noviembre 05, 2009

No se puede decir todo. Sabemos que sufrimos por amor. Todos, siempre. Quedan las huellas marcas cicatrices. ¿Quién se presume inocente? ¿Quién puede arrojar la primera piedra? El grito gutural de esta hembra en celo permanente. Y es que necesito, es inevitable, vuelve a suceder; alejarme, perderte, para saber si de verdad estás tan dentro de mí como creemos. Si de verdad existe un nosotros. De cerca todo es tan confuso. Se nubla la vista. Alejarme, buscar el instante preciso de la fuga. No amo más que ese instante endemoniado en el que huyo. Amo huir. Refugiarme en el cálido deseo de tenerte, en el calmo dolor de la ausencia deseada. Deseo no tenerte para verte brillar. A lo lejos, verte deambular solo, a tientas entre la hierba fresca. Te quiero. Te quiero. Te quiero lejos, lejos de mí porque ya estuviste dentro mío. Ya tu semen brotó en mi hueco como miel, como río. Ya no puedo darte nada más. Me voy porque elijo quedarme, quedarme con el recuerdo del fugaz y mágico chipazo, antes de que la rutina me envuelva con su monótona y fatal melancolía.

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