Macarena cree que existe el olvido. Camina con paso firme por la vereda, mientras los hombres la miran pasar. Balbucea una canción que algún día escribirá. Esquiva a un posible amor con amable cortesía. No se quiere dejar enamorar.
Macarena no tiene prisa, pero quiere llegar. No usa paraguas, no sabe bien qué mirar. Una sonrisa puede hacer cambiar su rumbo. Una mirada la vuelve a decepcionar. Mueve sus caderas como queriendo bailar. Se para en una esquina, mira la gente que se va. Busca algún rastro húmedo, alguna causa perdida, algún gesto de más.
Macarena brilla sola, porque no hay nadie que la haga brillar. Ella colecciona botones. "Para abrir, no para cerrar". Nunca va al mismo bar, juraría por sus uñas pintadas que no le gusta la ciudad.
Su pelo ahora corto lo hace dudar. Pero su lunar en la rodilla izquierda la delata y no la deja escapar. Ese hombre la pensó en algún lugar. Macarena no está perdida, quizás haya encontrado un altar.
Hace tiempo que no la veo por estas orillas. Extraño su risa fácil y su forma de hablar.
Macarena donde estés espero que tus pestañas largas vean muchas auroras, de esas que te dejan el corazón oprimido, de esas que dan ganas de tomar mate por horas.
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