Estoy pensando que es necesario parar un poco la máquina y pensar. Para que las obligaciones pasen a ser elecciones.
Para que el tedio cotidiano no sea más que el humo que esconde el fuego de lo impredecible.
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Ya pasa, tranquila. Pasa el deseo, las ganas de besarlo, de sentir el abrazo casi desconocido y fatalmente íntimo.
Pasa también la tristeza, la desilución, incluso el enojo.
Ya va a pasar, tranquila, falta poco. Todo pasa, las sonrisas y la angustia. Sólo que la segunda avanza con tiempo de caracol, pasa arrastrándose y nos arrastra.
Pero al final todo pasa. Ya lo sé. Sólo hay que esperar que la marea baje. Y todo sea como siempre. Mientras espero. Porque sé que todo se va. Menos las ganas de escrbir. Y los amigos de siempre.
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