martes, diciembre 09, 2008

no estoy bien. no.

debe ser el miedo. sí.

que me acurruca y me estampa contra ese rincón seguro.

la delgada línea entre la ficción y la realidad, cada vez es más delgada, más linea, y eso me fascina y me aterra.

tuve que despojar todo lo que no era necesario

y quedó nada

un vacío apenas cubierto por una membrana como un huevo de serpiente

se siente. el miedo, digo. un miedo ancestral como de otra vida

no me paraliza, me cubre con su manto, me acobija. oprime sin duda alguna parte de mi cuerpo. la panza tal vez. tal vez no. también es general, un estado que no puedo explicar; no hay razones para tener miedo, o hay todas.

No hay seguridades para nadie. Pero las inventamos. Y yo me inventé una que ya no existe. Tengo que reemplazarla o creer que "hay vida en la muerte". Qué paradoja, que frase estúpida. Si hay algo que NO hay en la muerte es vida. Justamente, muchachos. A ver si dejamos de decir cosas sin sentido. Pero para qué si total nadie escucha.

A veces me encuentro murmurando palabras, en vez de decir "No, no tengo", u otra cosa un poco más acorde con algo real y no con una respuesta automática, de esas que detesto. Entonces es cuando me humillo, porque soy víctima de mi propia regla. Y ahi me castigo, como tantas otras veces, sin piedad con una vara demasiado grande para mis brazos que apenas puedo levantar y al caer me voltea y un hilo de sangre nace de mi boca.

Unos días de shock. Y alguien me rescata. O yo solita abro los ojos despacio, y comienzo a mover de nuevo mi cuerpo estumecido.

Y renazco como una flor, como si nada hubiera sucedido y digo: qué estupida, todo está bien, no hay nada que temer...hasta que vuelve.

Es el ciclo. Pero cada vez que caigo siento que no voy a salir, no esta vez. Que la serpiente es demasiado grande, demasiado fuerte. Que ya no hay sentido para nada, para seguir escribiendo, para seguir soportando el castigo, autoimpuesto.

El éxito y el fracaso exterior me abruman. Sí, me marean, me envuelven en una serie de frases, conceptos, que no sé cómo manejar, que no entiendo, pero algo me dicen. Y entonces tengo miedo. Miedo de caer en esa tormenta, en ese sube y baja. Yo quiero mantenerme al margen y mirar de lejos. No subir, ni bajar. En el margen. Mentira. Ya lo sé. Quiero bajar y subir y quedarme al margen. Quiero todo, y sino, nada.

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