jueves, marzo 05, 2009

escribir. poder escribir un relato que apasione. que arrincone en los ojos lágrimas de emoción, que anide en los pechos la angustia de los amores, un relato premonitorio, un relato simple y profundo. espeso como la espuma de un capuccino bien hecho, esponjoso como mediaslunas recién horneadas.
y cómo lograrlo, cómo conseguir transformar la realidad en ficción sin que se cristalice en algo artificial, sin que se noten los hilos de la construccion formal.
una ciencia
podría ser
instinto natural
también
yo quiero intentarlo
derramar un relato no lineal
que para lineal está la vida
y no tanto

un relato como éste
que relata la necesidad de relatar
un relato sobre sí mismo
un relato que se muerda la cola y que diga muchas veces la palabra relato
algo que rompa con el vaivén inconcluso de tantas palabras.
un relato ¿un sinónimo? que diga todo lo que quiero decir, que cante todas las canciones que quiero cantar, que muestre íntegras las imágenes que tengo en mi mente.
el relato universal. universalmente mío. que me abarque completa. de los dedos a los pelos. pasando por el centro, siempre, y por el pecho.
un relato que pueda modificarse según el lector, que sea maleable, que no tenga estilo, por tenerlos todos. un relato que no pretenda nada y lo dé todo.
pretencioso?
por qué no
soberbio
no lo descarto
pero sobre todo infinitamente desahogante
es decir, explico, algo que haga derramar en algún lado el torrente de ideas inconclusas que me invaden a la noche, que hile las palabras que me gustan en una melodía que canto bajito en mi guitarra novata, que pinte los cuadros que mi mano torpe se niega. un relato que sea todo yo. y que yo sea todo él. un relato que me bese y me abrace, que me pida perdón. que me haga cosquillas y espirales a la tarde. café con leche y mediaslunas con jamón.
y ya estoy pidiendo demasiado, pero si se trata de amor no hay límites. y el amor es también un relato, por qué no. el más completo, el más genuino, el más débil y por eso, el más eterno.

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