jueves, marzo 05, 2009

SUEÑO

La primera vez que vi un fantasma tenía 24 años. Me había quedado dormida leyendo “Santa Evita”, de Tomás Eloy Martínez. Confieso que estaba impresionada por las cosas que contaba el libro, todo ese fanatismo con la muerte, con el cuerpo de Evita, con su destino.

Y en mi sueño, yo estaba con algunas personas en un lugar, pero de pronto me encontraba sola, en mi cama y alguien se acercaba hacia mí con algo en la mano. Yo intentaba con el celular avisar a alguien, pero esas cosas que pasan en los sueños, como en algunas películas malas, que nunca se entiende por qué pero no podía comunicarme con nadie y ese ser se acercaba más y más a mi cama que al principio no era igual a la verdadera pero a medida que se acercaba era cada vez más real. Y hasta sentí que rozaba las sábanas. Y sentí también, pánico. Este ser mientras se acercaba decía medio irónicamente: “no hay por qué tenerle miedo a la profesora de francés”, o algo así, no recuerdo bien. Se acercaba y yo seguía muerta de pánico, paralizada. Luego de llegar al lado mío, y sentir su presencia, se alejó hacia un rincón de mi habitación, junto a uno de los vértices de la cama. Y allí se quedó, dándome su perfil izquierdo mirando hacia delante con lo que yo creo que era un vela, en las manos. Y ahí desesperadamente, busqué el interruptor de la luz. La prendí. Mi corazón latía como nunca. Miré el rincón segura de que allí estaría. No, no estaba. Me quedé unos minutos quieta. No pude moverme. El corazón seguía acelerado. Me dije que estaba todo bien, que quizás había sido un sueño. Pero no estaba muy convencida de esto. Ni lo estoy aún. Luego de un rato de pensar en qué hacer y de haber descartado la opción de llamar a alguien a las 5 de la mañana para decirle: hola, que tal, tengo miedo, vi un fantasma, decidí tomar valor e ir a hacerme un té. Me levanté de la cama con temor y fui hacia la cocina. Temía encontrar a alguien en cualquier rincón. Pero no. Todo estaba en aparente calma. Puse el agua, saqué el saquito de manzanilla (de paso me vendría bien, porque la noche anterior había comido bastante en el cumpleaños de una amiga), preparé la taza. Y mientras el agua llegaba a su punto de hervor fui al baño.

Cuando volví el agua estaba hirviendo. Preparé el té. Y volví a la cama. En mi cabeza rondaban algunas ideas, pero estaba como abombada. La tremenda sensación de realidad de mi sueño, suponía que tenía que ver con que en el sueño mi cama y mi habitación eran exactamente iguales a los reales. Esa no deformación onírica me desorientó. Además del tema de por qué ese “ser” me decía que cómo voy a tenerle miedo a mi profesora de francés….Qué relación podía establecer con algo de la realidad. Encontré una. La noche anterior había estado hablando con una amiga de irme de viaje, de vivir en otro país. En un momento ella me preguntó: ¿A Latinoamérica, no? Y yo respondí que sí. Que en algún momento había pasado por mi mente irme a París a estudiar francés, pero que ahora me parecía que tenía ganas de ir por Centro América. Esa podía ser una pista.

Luego, seguía teniendo en mi mente la imagen con la que había soñado. Trataba de desenmascarar el misterio. De por qué se había aparecido así, de qué representaba. Y no sé si fue que lo elaboré después, jamás lo sabré, pero ahora tengo en mi mente la imagen de una capa con una capucha morada. Sí, como la muerte en los dibujitos animados. Es decir, soñé con la muerte, que venía, me rozaba y luego se quedaba en un rincón de mi habitación. Y encima ironizaba sobre mi miedo al francés. Peor, a la profesora de francés. Suena absurdo. Pero nadie jamás va a entender lo que sentí, la desesperación con la que quise prender la luz, la sensación de que estaba ahí, de que había alguien en mi casa. No voy a decir que nunca me había pasado, porque cuando era chica tuve uno o dos episodios de este tipo. Pero eso fue hace más de diez años…

Retomo lo de las clases de idiomas y encuentro otra asociación. También lo noche anterior estuvimos hablando de que A.B., una de mis amigas, nos iba a dar clases de inglés. Y una futura “alumna” dijo, en broma: le tengo miedo a A.B. Esa frase se ve que me impresionó o algo, porque apareció en mi sueño.

Es probable que me haya visto sugestionada por el libro que estaba leyendo, en el que se habla mucho de la muerte, de la fascinación que generaba en las personas el cuerpo de Evita embalsamado. Se me reveló un mundo que yo desconocía; apenas sí sabía que la habían embalsamado. Pero no todas las peripecias por las que había pasado el cuerpo de la mujer más emblemática de la Argentina.

Y sin embargo sigo pensando, la muerte allí en mi habitación…al despertar lo primero que pensé es: voy a tener que exorcizar el cuarto. Luego me reí y me pareció una estupidez todo. Sí, si lo pienso sé que nada tiene sentido. Pero cuando recuerdo el escalofrío y el pánico que sentí los segundos previos a prender la luz, no estoy tan segura del porcentaje de irrealidad de lo sucedido. ¿Acaso los sueños no son parte de la vida, también? ¿Por qué relegarlos al lugar de “irreales” cuando en realidad son cosas que también nos pasan, como los pensamientos y las sensaciónes que aunque no las “veamos” influyen en nosotros a veces más que las cosas más concretas?

Cómo seguirá esta historia con la muerte, con el francés, con Evita, no lo sé. Solo espero que hoy a la noche, no vuelva nadie a visitarme, ni a hacerme ninguna broma pesada. Veremos qué pasa…

2 comentarios:

Martín dijo...

El que no le tiene miedo a la oscuridad, es porque no tiene imaginación

Josefina dijo...

buen punto. gracias por leer.